26 de mayo de 2014

Siglos X, XI y XII en el Curueño

Existían pequeñas fortalezas en todos los pasos de esta montaña leonesa para vigilancia y defensa situados en los altozanos: Luna, Gordón, Alba, Arbolio (en Barrio de la Tercia), Cervera (en Vegacervera), Aviados, San Salvador, Montuerto, Peña Morquera (en Valdepiélago), Mesmino (en Tolibia de Abajo) y distintos torreones en Genicera, Lugueros, La Vecilla, Otero de Curueño, Boñar, Puebla de Lillo, complementados con monasterios que ayudaban a fijar la población (más de cincuenta monasterios están documentados en los valles de la montaña central leonesa).

Al difundirse por Europa el hallazgo del sepulcro del apóstol Santiago en Galicia, a partir del año 900, durante el reinado de Alfonso III, son frecuentes las peregrinaciones que se dirigen a Compostela y una ruta secundaria de dicho camino discurría aproximadamente por estas tierras, entrando por Cistierna hacia las Arrimadas, La Robla, Babia, Lugo.
Además algunos peregrinos bajaban, desde aquí, para seguir el camino francés que pasaba por León y otros subían estos valles para ir hacia la catedral de Oviedo, San Salvador, pues un refrán acuñado en la época decía que “quien visita Santiago y no al Salvador, ve al criado y no al Señor”.
En el año 998 el caudillo árabe Almanzor arrasó León en su paso hacia Galicia, donde se apodera de Santiago de Compostela y mucha gente huyó a esconderse a estas montañas leonesas. 
En definitiva, debía de haber más movimiento de gente que ahora por estas tierras.
La familia que más influjo tuvo en la comarca durante siglos fueron los Guzmanes, emparentados con los primeros reyes asturianos de la Reconquista a quienes prestaron excelentes servicios y de quienes obtuvieron grandes mercedes y donaciones de terrenos.
El conde Gundemaro, natural de las montañas de Asturias, pasó a Castilla en la lucha contra los moros, y fue quien fundó un castillo con el nombre de Gundemáriz o Guzmán que fue el primitivo solar de los Guzmanes (castillo de Aviados), el segundo fue el de Toral de los Guzmanes desde el año 990 cuando Bermudo II les dio este pueblo por sus servicios, y desde allí se expanden a Castilla y Andalucía. En 1.450 construyeron el palacio torreado de Vegas del Condado.
Eran dueños de la mayor parte de la ribera del Porma y del Curueño, además de otros muchos dominios al este de la provincia. Algunos de los miembros más conocidos de esta familia son Guzmán el Bueno, Santo Domingo de Guzmán, el VII duque de Medina Sidonia y el Conde-Duque de Olivares.

El castillo de Aviados fue residencia ocasional de la reina Urraca I de León durante su turbulento reinado (1109-1126). Fue destruido por Pedro I el Cruel y desmochado por los Reyes Católicos, en su afán de romper las cabeceras de las torres para dominar a la nobleza rebelde y fue finalmente destruido por órdenes del rey Carlos I, como castigo a sus propietarios, que huyeron a Portugal. Amnistiados, en 1532 el ya emperador Carlos ordenó la devolución de los bienes a Martín Núñez de Guzmán, pero el castillo de Aviados no fue reconstruido.

                                                               Restos del castillo de Aviados
 Por tanto, en aquellos tiempos el rey para recompensar a determinados nobles, por especiales servicios prestados, les hacía donación de tierras, al igual que a obispos y abades de monasterios, para que las repoblasen y mantuviesen el orden y administraran justicia, con la facultad de exigirles el pago de tributos.
De esta forma en las tierras próximas a La Mata de Curueño se fueron constituyendo con el tiempo las siguientes jurisdicciones, concejos o señorios, que perduraron hasta 1.849 en que se constituyeron los actuales ayuntamientos:

La Hermandad de Los Argüellos.
Territorio de realengo, en todas sus etapas históricas. El primitivo nombre fue Arbolio y así consta en documentos del año 891.
Está formada por las cabeceras de los ríos Torío, Bernesga y Curueño, que conforman los concejos de la Tercia del Camino (Bernesga) cuya capital era Rodiezmo (hoy desplazada por Villamanín), la Mediana de Argüello (Torío) cuya capital era Cármenes y la Tercia de Val de lugueros (Curueño) cuya capital era Lugueros.
Todos sus habitantes tuvieron la condición de nobles, por expreso privilegio de los reyes.

La Real Encartación del Curueño.
Perteneció al obispado de León, hasta el reinado de Felipe II, en cuyo momento compró su propia jurisdicción, se emancipó del Obispado y pasó a depender del rey. Su centro defensivo fue el castillo de Montuerto, y sus integrantes fueron: Valdepiélago, Ranedo, Otero, La Vecilla, La Mata de la Bérbula, Correcillas, Valdorria, Valverde de Curueño, Montuerto y Nocedo.

El Concejo del Curueño o Valle del Curueño.
Perteneció desde época inmemorial a la familia de los Guzmanes y marquesado de Toral. Estuvo formado por los pueblos de La Cándana, Sopeña y los ocho pueblos del actual municipio de Santa Colomba (Devesa, Ambasaguas, Barrio, Barrillos, Gallegos, Santa Colomba, La Mata y Pardesivil). Su centro defensivo fue el Castillo de San Salvador.

Jurisdicción del Condado.
Estaba constituido por Vegas, Villanueva, San Vicente, Villafruela y su anejo Moral y Villarratel. También perteneció al marquesado de Toral, de la casa leonesa de los Guzmanes.

Jurisdicción de Vega de Boñar.
Estaba constituida por Adrados, Las Bodas, Devesa, Llamera, Mata de la Riva, Valdecastillo, La Vega de Boñar y Voznuevo. Pertenecía al monasterio de Valdedios (Asturias).

Jurisdicción de Boñar.
Además de Boñar, estaba formada por Barrio de las Ollas, Candanedo, Isoba, Oville, Palazuelo de Boñar, Vegaquemada, Veneros y Cerecedo. Pertenecía al marquesado de Toral.

Concejo de las Arrimadas.
Formado por Barrillos, Acisa, Corral, Laiz y Santa Colomba de las Arrimadas. Pertenecía al obispo de León.

Los fueros y las cartas-puebla eran los estatutos jurídicos aplicables en una localidad, cuya finalidad fue regular la vida local, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios, otorgados por el rey, el señor de la tierra o el propio concejo, es decir, las leyes propias de un lugar. Los más antiguos, que se conservaran, datan del siglo IX hasta el siglo XII.
El Fuero de León son el conjunto de disposiciones dictadas en 1017 por rey leonés Alfonso V para la ciudad de León. Está compuesto por 48 preceptos de los que parte son normas de carácter general y el resto son disposiciones de ámbito local.
Algún tiempo más tarde, el rey Fernando II, el repoblador por excelencia de la montaña leonesa, comenzó a dotar de cartas-puebla a muchos territorios, a partir del año 1160. En un manuscrito del siglo XIV, de la abadía de San Isidoro de León, viene registrado como Fuero de Curueño, una relación de derechos del abad sobre “nuestros vasallos de Curueño”. (Fuero núm. 131 de la Abadía de San Isidoro), pero no ha sido encontrado, así como tampoco se han encontrado las cartas pueblas de la Real Encartación del Curueño o del Arbolio, de las que también se tiene referencia y aunque se encontraban en sendos arcas con tres llaves cada arca, han desaparecido con el tiempo. Una llave la guardaba el “Juez y Justizia real y ordinaria”, otra el “Procurador sindico general” y la tercera el “Secretario del concejo”.

Por los manuscritos se conoce que era individual la propiedad de casas, huertos, viñas y campos de labranza y para resolver los problemas en común los habitantes se reunían en asambleas públicas vecinales (juntas vecinales) que gozaban de la participación de todos los vecinos, aunque más adelante esa amplia participación se ve limitada, dando paso a la asamblea concejil de hombres buenos, que se reunían por lo general una vez al año para elegir al gobierno local y tomar juramento a los funcionarios del concejo: alcalde, escribano, recaudador, pregonero, todos ellos a las órdenes del juez.
Se sabe que el concejo de la Encartación del Curueño se reunía en el Rebollar de Valdepiélago y la asamblea del concejo de los Argüellos se reunía en la Collada del Coto, en Valdeteja.

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