28 de julio de 2020

Curueño, esencia de una forma de lucha

Fulgencio Fernández publica hoy en La Nueva Crónica un reportaje sobre los luchadores del bajo Curueño, entre ellos sagas familiares como Fernando, Toño y Magdalena, de La Mata; Toño, David, Paco y Dani, de Barrillos; Marco, Mariano e Ibán, también de Barrillos, ... ¡Qué recuerdos!

Corro de lucha en La Mata de Curueño en 2005, cuando nos amenazaba la línea de alta tensión Lada-Velilla. Después llegó la crisis y quedó en el olvido.

El Ayuntamiento de Santa Colomba de Curueño reúne a varios pueblos con mucha tradición en la historia de la lucha leonesa. Antonio Martínez de Barrio de Nuestra Señora; El Solitario y molinero de Ambasaguas; El Zazo de Barrio; David, Paco, Toño y Dani González, de Barrillos; Mariano El Guerrero e Ibán El Guerrerín; Marco Antonio, de Barrillos todos; Fernando José Crespo, Socrates de Gallegos de Curueño; Javier Fernández, Rambo y Óscar González, El Zorro, de Ambasaguas; Fernando y Antonio Getino Bayón, de La Mata de Curueño... y hasta Magdalena Getino, la primera mujer en participar en una competición oficial... son algunos de los nombres que podemos recoger en los pueblos del municipio de Santa Colomba de Curueño, un municipio que, a la vista de los nombres reseñados y otros que quedan en el tintero se podría decir que guarda la esencia de una forma de lucha, la del Curueño, de la que en tiempos se habló mucho.
Pero la realidad es que El Solitario es el patriarca de los molineros; El Zazo es un grande reconocido por todos los luchadores de su época, especialmente por Nano Urdiales; David y Paco marcaron la mejor lucha con poco peso en pesados; Rambo y Óscar introdujeron de alguna manera el espectáculo, no siempre bien entendido; Antonio Getino era hasta la llegada de Clemente el único luchador capaz de ser Campeón de Liga en dos pesos diferentes;en fin, El Guerrero fue el indiscutible ‘rey de la dedilla’ y su sobrino El Guerrerín, Ibán, ha sido el último gran campeón de la comarca, con siete Ligas en su palmarés y que, curiosamente, este año se planteaba su regreso a la actividad. Y pocos más difíciles de derrotar que Toño El Jicho –imposible darle una entera– o Fernando José Crespo, al que además de Socrates llamaban El Retorcido.

Una comarca que también marcó una época en la Liga por Equipos de la mano del incansable Fernando Getino, un lujo en cualquier parte y buen luchador.

27 de julio de 2020

Trabajos en el Castillo de San Salvador en Sta Colomba de Curueño

Avanzan las tareas de limpieza y estudio arqueológico del castillo de San Salvador. Fotografía del Facebook de Bubby López.  Se aprecia la estructura del castillo y en primer término, la cara oeste, la más próxima a la ermita.

En el capítulo 10 del libro "La Mata de Curueño. Orígenes e historia de antier" podemos leer:

10.  El castillo de San Salvador de Curueño
En este capítulo veremos la importancia que tuvo el castillo de San Salvador para estas tierras y su continuidad con la ermita de Santa Ana.
 A partir del siglo IX el castillo de San Salvador, situado en  la loma izquierda del río Curueño, en la sobarriba de Santa Colomba, fue el centro neurálgico de las tierras que se extienden desde La Cándana hasta  Devesa de Curueño.
 Pero cuando la Reconquista va avanzando hacia el centro de España, los castillos del norte de León pierden su valor estratégico y  los reyes adoptaron la política de asignar el control de los territorios a los obispos,  a la iglesia y a los nobles.
Los castillos de estas tierras son  más pequeños y se construyeron varios siglos antes que otros castillos leoneses situados más al sur, como el castillo de Coyanza, en Valencia de don Juan o el castillo de Ponferrada.
En los archivos de la Catedral de León se encuentran varias referencias a como el obispo hereda del rey el castillo de San Salvador,  con todas sus mandaciones  o posesiones:
l El 12 de octubre del 951, el rey Ordoño III de León concede a la iglesia de León y a su obispo don Gonzalo, el castillo de San Salvador junto al río Curueño, con sus mandaciones y los hombres que las sirven, aguas arriba del Porma. a lo que añade “Ferrarias”. Les otorga también el villar de Pedrún, junto al Torío, con sus habitantes presentes y futuros, los cuales quedan sometidos al mandato de la sede y al pago de tributos a la misma, si así lo hacían sus padres y abuelos.
l El 13 de octubre del 999, el rey Alfonso V de León y su madre Elvira donan al obispo Froilán de León,  el castillo de San Salvador de Curueño, con sus mandaciones y la villa de Petrunio (Pedrún), junto al río Torio y Ferreras de Vegamián.
l El 19 de septiembre de 1.012, después de la muerte del obispo Froilán, hubo guerra entre cristianos. El alcaide del castillo de San Salvador se inclinó por el bando de García Gómez, que estaba entre moros, por lo que los partidarios del rey tomaron el castillo. A los pocos días el rey Alfonso V se reunió con los suyos en Sahagún y dona de nuevo a la sede de Santa María de León y a su obispo Nuño el castillo de San Salvador de Curueño, próximo a La Cándana. A esta donación añadió la posesión de todas las iglesias aún en pie o destruidas, de la mandación del Curueño y la disciplina de los monjes que las regían, los cuales debían entregar los tributos a la sede de Santa María, es decir,  a la catedral de León.
Como muestra de sumisión se inició en el siglo XI la costumbre de subir en procesión al castillo, desde todas las iglesias del valle del Curueño, para celebrar la romería del Salvador, que tenía lugar el día de la Ascensión.
l El 13 de octubre de 1.132,  Alfonso VII dona a la iglesia de Santa María de Regla de León y a su obispo Arias, el castillo de Curueño con sus propiedades en remedio de su alma. 
Vista panorámica de la zona. En primer término, a la izquierda se ve la ermita de Santa Ana, encima la zona del castillo de San Salvador limpia de maleza y al fondo, en lo alto del monte, la pradera de la Cruz. Fotografía del Facebook de River Curueño.
En los siglos XII y XIII es posible que se asentaran  en estas tierras los Templarios y otras órdenes religioso-militares, como los Caballeros de Santiago, Calatrava y Alcántara, que recibirían el castillo como sede de sus operaciones de vigilancia y protección de pueblos y peregrinos del camino de Santiago por estas rutas menores de la antigua calzada romana. Los cruzados de todas las órdenes, se acogieron, con gran devoción,  a la protección de Santa Ana, cuya imagen se encontraba en  la capilla del castillo.
El castillo fue fortaleza defensiva,  complementado por torreones de vigilancia que abundaron en la zona, como es patente en Ambasaguas, La Mata, Pardesivil y La Vecilla. Su emplazamiento le permitía, según era obligado en la Reconquista, establecer señales de humo con el castillo de Aviados, que, a su vez, lo hacía con el castillo de Peña Morquera y éste con el castillo de Montuerto, todo un entramado defensivo y de vigilancia.
El castillo, como el resto de castillos de la comarca, sufrió distintos avatares, hasta que en el siglo XIV o XV quedó reducido a ruinas, pero permaneció el recuerdo y la devoción a la santa alojada en los restos de la capilla del castillo. A pesar de la desaparición de la fortaleza siguió la costumbre de subir al castillo para honrar a Santa  Ana.
Cara oeste del castillo

21 de julio de 2020

Bancos del nuevo paseo


Ya han llegado los bancos del nuevo paseo donde el reguero, y quedan así a la luz de las farolas

18 de julio de 2020

Baños en el río, arroyos y pozas del municipio


El  ayuntamiento de Santa Colomba de Curueño informa sobre baños en río, arroyos y pozas del municipio

Recogida de enseres domésticos


Ya ha sido anunciado el servicio de recogida de enseres domésticos de la Mancomunidad del Curueño. En los pueblos pertenecientes al ayuntamiento de Santa Colomba de Curueño la recogida será el 22 de julio.

9 de julio de 2020

Obituario. Marcelino Díez, de Barrillos, mi primo

Marcelino con su hija Victoria
​†
EL SEÑOR
D. MARCELINO DIEZ CASTRO(Viudo de Grisbby Zavala)
Falleció en LEÓN, el día 8 de JULIO de 2020
A los 69 años de edad
Habiendo recibido los S.S. y la B.A.
D. E. P.


Sus hijos: Victoria Diez Zavala y Jesús Rivera Zavala; hermanos: José Mª y Pilar Diez Castro; hermanos políticos: Paulina y José Antonio; sobrinos, tíos, primos y demás familia.

LAS  EXEQUIAS Y MISA DE FUNERAL  tendrán lugar el día 11 DE JULIO a las DOCEDE LA MAÑANA en la IGLESIA PARROQUIAL de BARRILLOS DE CURUEÑO (LEÓN) y a continuación su cuerpo será inhumado en el cementerio de dicha localidad.

Sala 1 – Tanatorio Camino de Santiago (Puente Villarente).

Marcelino con sus hermanos Jose Mari y Pilar, en 1958

Marcelino era el hijo mayor de Quico y Aurora, de Barrillos de Curueño.  Quico había nacido en La Mata, hijo de Ramiro Díez y Delfina González. Fueron cuatro hermanos: Eufemiano, que vivió en La Mata y estuvo enterrado en vida diez años, después de la guerra civil; Eladino, que se casó en La Cándana  y tuvo cuatro hijos: Fini, Cheli, Juan Carlos y José Emilio; Quico (Juan Francisco) que se casó en Barrillos y tuvo a Marcelino, José Mari, Pilar y Fini; y Marcelino, que se casó en Avilés y tuvo a Juan, Carlos y Carmen. Quico puso a su primer hijo el nombre de mi padre, Marcelino y cuando nací yo, me llamaron Juan Francisco. Somos los nietos del tío Ramiro y la tía Delfina. Cada vez quedamos menos.

Marcelino era ingeniero técnico de minas por la Universidad de León, ingeniero de sistemas por la Universidad Nacional Abierta de Venezuela y magister en gerencia de proyectos. Desarrolló su carrera profesional en Venezuela  en  el campo de la obra civil, en gerencia de proyectos e impartiendo clases en distintas universidades. Hace unos años regresó a su Barrillos del alma, donde se implicó en la vida social del pueblo.  El corazón, que ya le había dado algún aviso de joven, se cansó de latir. DEP, primo. Un beso, Victoria.

5 de julio de 2020

Concejo en La Mata

Asistentes a la reunión de Concejo, en vista panorámica

Seguramente ha sido la reunión de Concejo más "rara" en la historia de La Mata de Curueño. Y eso que los Concejos llevan celebrándose desde tiempo inmemorial, al menos más de quinientos años. 
Nueve campanadas, divididas en grupos de tres, y repetidas a la media hora, convocaban a los vecinos, uno de cada casa, normalmente el cabeza de familia, para tratar los asuntos del pueblo. El concejo tenía lugar en el pórtico de la iglesia a la salida de la misa del domingo, luego se celebraban en la escuela y en el teleclub o Casa del Concejo.
El alcalde pedáneo dio cuenta de los ingresos y gastos de la Junta Vecinal durante el pasado años 2019, así como de las obras realizadas y previstas. Con el apartado de ruegos y preguntas se cerró la reunión, donde no pudieron faltar los temas de la mala cobertura de televisión, internet y móvil, la suspensión de las fiestas o los baños en el río.

La presa de Los Escabales

Puerto de la presa de Los Escabales, en el río Curueño

La presa de Los Escabales se inicia en el río Curueño, en un lugar próximo a la fuente del Pingue que hasta al otro lado del río, a unos cien metros arriba del puente que conduce a los  valles  de Valdefuentes y Gustifel, monte arriba y a los terrenos de Los Escabales, en la vega. 
El puerto de riego correspondiente consiste en  colocar cantos de bastante tamaño y tapines a lo ancho del río, remansando agua hacia la presa. Sus aguas discurren luego por en paraje de la Cuesta para bifurcarse en dos ramales y finalizar en el Viñal de Santa Colomba. Riega unas 300 heminas (21 hectáreas) en las fincas de la zona de Los Escabales y de La Fambuena y tiene una longitud de unos 1500 metros.

2 de julio de 2020

Magdalena Getino, de La Mata, primera mujer en participar en una competición oficial de lucha leonesa

Fulgencio Fernández recordaba en La Nueva Crónica la incorporación de la mujer a los aluches, destacando la presencia de Magdalena Getino como la primera  mujer en participar en una competición oficial de lucha leonesa. 
Magdalena Getino fue la primera niña en participar en una competición oficial, la Liga por Equipos de 1.989. En la fotografía, es la pequeña, junto a su familia en La Mata

"Y el siguiente salto ya sería a lo que se ha dado en llamar «las niñas luchadoras», aquellas que comenzaron a aparecer en las competiciones de base en las últimas décadas del siglo XX. Y en ese apartado hay que subrayar un nombre: Magdalena Getino Bayón, hermana de los también luchadores Fernando y Antonio. Fue el 2 de abril de 1989, en el Palacio de los Deportes de León en un corro de la Liga de Invierno. Lo recuerda bien Magdalena: «Un niño de infantiles se lesionó de gravedad, y mi hermano Fernando, que nos entrenaba, me dijo que saliera en su lugar. Y yo a obedecer». Recuerda Magdalena que su hermano le iba diciendo cómo agarrarse, qué hacer, ajena por supuesto a que estaba haciendo historia.
La incorporación de la mujer al mundo de la lucha leonesa ha sido lenta y tardía y aún hoy sigue teniendo graves problemas. No ha sido, no sigue siendo, nada fácil el camino de la mujer en la lucha leonesa. Su incorporación ha sido lenta y tardía y aún hoy la lucha femenina sigue siendo la mayor asignatura pendiente de este deporte, ya existe una competición pero absolutamente en precario, hasta el punto de que en muchos corros se produce el hecho de que tan solo concurran en una de las tres categorías dos luchadoras, lo que las lleva directamente a la final. Y hasta se ha dado el caso de ser una sola, que es campeona sin luchar, algo que ella nunca desea y no es nada bueno para su lucha. En este largo camino, aún sin llegar a la meta, hay un buen número de nombres que es de justicia que no caigan en el olvido.
El papel de la mujer en los inicios de la lucha moderna, desde principios del siglo XX, era meramente testimonial, espectadora o familiar de algún luchador. Un texto de 1931 del Diario de León, firmado por ‘Un veraneante’ decía: «A un lado, con sus cortejos, muchas mozas guapetonas, sofocadas en el baile de dulzaina y tamboril»; otro de 1939, titulado Aluches, dice: «Por la pradera paseaban las mozas, cogidas de la mano con gran tedio». O en la novela costumbrista ‘Susarón’, de José María Goy, hay una historia de lucha leonesa, «una trama amorosa con dos mujeres en torno a un luchador y en la que el vencedor se lleva también el amor de la moza». En fin.
Sí están documentados algunos casos en los que alguna mujer salta al corro a defender el honor de la familia, cuando tiraban a un pariente. Así lo hizo una hermana de Felipe León y lo quiso hacer una hermana de Luis Rodríguez Verduras, El Ingeniero, en 1935 en Valdecastillo, según contaba Olegario Rodríguez Cascos: «En defensa de Luis quiso salir su hermana, quien no solo lloraba la derrota de su hermano sino también porque no se le permitía participar, pues ella conocía el secreto de la lucha y tenía agallas».
No se pudo consumar la presencia de esta mujer «sin nombre», simplemente ‘la hermana de’, pero sí llegaron detrás dos de las pioneras que sí se agarraron: Cuquis de Rucayo y Cris de la Fuente. De Cuquis decía Pepín Huertas, paisano de la pionera: «A Cuquis no hacía falta animarla para que saltara a luchar, se ofrecía ella misma. Y no fueron pocos los que pusieron la espalda en el suelo mirando al cielo». Cris, una mujer adelantada a su tiempo, era pariente de los famosos Molineros de Carbajosa pero no llegó a luchar con ellos. Ella misma le contaba a Barreñada que «cuando estaba cuidando el ganado me gustaba agarrarme con los otros pastores, y al que le echaba la cadrilada no te creas que era fácil que se me escapara», explicaba esta mujer que recorrió casi toda España en Lambretta.
El siguiente salto ya sería a lo que se ha dado en llamar «las niñas luchadoras», aquellas que comenzaron a aparecer en las competiciones de base en las últimas décadas del siglo XX. Y en ese apartado hay que subrayar un nombre: Magdalena Getino Bayón, hermana de los también luchadores Fernando y Antonio. Fue el 2 de abril de 1989, en el Palacio de los Deportes de León en un corro de la Liga de Invierno. Lo recuerda bien Magdalena: «Un niño de infantiles se lesionó de gravedad, y mi hermano Fernando, que nos entrenaba, me dijo que saliera en su lugar. Y yo a obedecer». Recuerda Magdalena que su hermano le iba diciendo cómo agarrarse, qué hacer, ajena por supuesto a que estaba haciendo historia.
En aquellas ligas por equipos fueron compitiendo en la base más niñas, muchas de ellas, como en el caso de Magdalena, hermanas de luchadoras: Beatriz y Diana Presa, de Sopeña, hermanas de Aurelio; Patricia Ontoria, de Gradefes, hermana de Luis; o Ana Modino, de Moral del Condado, de una familia de mucha afición. O Leyre Iglesias Armiño, de Valporquero de Rueda, hermana de Unai, con excelentes resultados frente a los chicos, lo que la llevó a ser internacional en judo y quedó cuarta en los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín.
Pero al finalizar la base quedaban en el vacío, no había Liga femenina. Y ahí surge la figura de Tamara Gómez Villafañe, Tamarina, con tanta afición que llegó a competir en la Liga Masculina, en 2004. Con muy mala suerte en los emparejamientos pues en los pocos corros que compitió tuvo que medirse con Ibán ‘El Guerrerín’ e Iván ‘El Menudín’, dos grandes campeones, lo que, unido a su poco peso, la desanimó y no volvió a la competición hasta el año 2007, cuando se celebró la primera competición femenina, una Liga que por supuesto ganó, en ligeros. La acompañaron como primeras campeonas Miriam Marcos, de Montejos, en medios, y Laura Gutiérrez, de Cubillas de Arbas en pesados. Tal era la afición de Tamarina que llegó a convencer a su madre, María José Villafañe, para que luchara «y ser más».
Miriam iniciaba así la carrera con más brillante palmarés y gestas (también ganadora de tres pesos, incluso en la misma tarde) tanto en lucha leonesa como en Celtas. Después vendrían Mónica Matía, Marta Llamazares, Celia y María, las gemelas de Montrondo, Patricia Astorga, Victoria, Lola Hurtado, Vanesa Presa, Moralina, Anina, Riosol, María Rubiera, Isa Justel, Bea Riaño, Edi, Paula, Ariadna, Lucía, Elena, Miriam, Cecilia...
En otro apartado, el del arbitraje, hizo historia Amor Franco, la primera mujer árbitro, que de una parte no tuvo mucha suerte en algunas decisiones y de otra no hubo un caldo de cultivo propicio en aquellos años 90.