10 de agosto de 2025

"Femiano es el topo más topo de los topos que en España hubo"

Julio Llamazares, buen conocedor de la historia del maquis y los topos, aseguró que, más allá de los diez años que Eufemiano estuvo enterrado, las condiciones en las que los pasó le convierten en el «topo más topo» de los que España tuvo

10/08/2025
Femiano Díez «al salir del entierro» se casó con Alberta y se dedicaron a la ganadería. En la fotografía se ven las calles de tierra y barro | Archivo Juan Díez
Femiano Díez «al salir del entierro» se casó con Alberta y se dedicaron a la ganadería. En la fotografía se ven las calles de tierra y barro | Archivo Juan Díez

“Tengo para mí que Eufemiano, El Topo de La Mata de Curueño, es el topo más topo de cuantos topos en España hubo. Soy consciente de que hay otros que estuvieron mucho más tiempo, como Cortés Quero, el alcalde de Mijas, que estuvo treinta años, y otros que aparecen en el libro de Torbado y Leguineche; pero yo me refiero a las condiciones en las que estuvo Femiano, diez años, en un nicho de 80 centímetros por dos metros, que ni se podía dar vuelta... Es hoy buen día para imaginarlo, con este calor, enterrado bajo un tablero tapado con excrementos de oveja...”.

Con estas palabras inició el escritor Julio Llamazares su intervención en el homenaje que el viernes le rindió su pueblo a Eufemiano Díez, el llamado topo de La Mata de Curueño, que permaneció diez años enterrado en vida en un nicho excavado en la corte de las ovejas; muy cerca de la cual se colocó una placa de homenaje y reconocimiento a Eufemiano, al que todos en el pueblo llaman Femiano. En el descubrimiento de la placa recordó Llamazares la justicia y la necesidad de estos actos, “y más ahora que parece que el olvido se apodera de todo, que no hubo dictadura, que aquí no ha pasado nada... mientras había gente como Femiano que enterró en vida diez años de su juventud”.

Descubrió el autor de ‘Luna de lobos’ —novela en la que aparece la historia de este topo, y también en El río del olvido— la placa junto a Juan Díez, sobrino de Femiano y principal impulsor de este reconocimiento; que también incluye una documentada exposición sobre su tío, la familia y, también, muchas imágenes que ilustran cómo era la vida en aquellos años en los que, por ejemplo, las calles eran de tierra.

Y el tercero de los actos de la tarde de homenaje era un filandón con la presencia del ya citado Julio Llamazares; nuestro compañero en La Nueva CrónicaFulgencio Fernández, y Simón Rodríguez Castro, de 90 años, antiguo alcalde de Sabero, vecino de Eufemiano y su familia. “Yo era un niño y veía cosas, pero no sabía que Femiano estaba allí enterrado en vida; creo que mi padre tampoco lo sabía aunque, seguramente, mi madre sí, que no dijo ni una palabra, por supuesto. Cuando salió a la luz aquello corría de boca en boca”.

Recordó Llamazares, para ilustrar cómo eran aquellos tiempos, que mucha gente fue a verle llegar a la estación y algunos comentaban: “Pero si no es rojo... es blanco”.

Al repasar la biografía de Eufemiano Díez, especialmente aquellos diez años de topo, surgieron curiosidades que hablan de la injusticia del silencio, impuesto primero e inaceptable después. “Eufemiano era muy joven, tenía poco más de veinte años, cuando estalló la guerra y le preguntó a su padre, Ramiro, qué hacer: ‘En estos casos lo apropiado es estar con el Gobierno’, le dijo... y así fue como Eufemiano empezó su calvario; que siguió con un episodio un poco rocambolesco cuando llegó a Cármenes y fue apresado por aquellos a los que se iba a sumar porque llevaba una medalla de la Virgen del Camino que le había dado su madre para ‘protegerle’. Allí fue encarcelado con el cura de Villamanín, aunque le sacaron pues necesitaban efectivos en el frente”.

Pasó un largo periplo, pasó a Asturias, regresó a La Mata... y al nichoDiez añosLlamazares recordó una frase de una entrevista que le hizo para una de sus novelas y que dice mucho de las penurias vividas bajo tierra por ‘el topo’.

- Femiano, ¿cómo se pueden aguantar diez años enterrado?

- Porque no sabía que iban a ser 10 años, si lo sé no me meto.

Y habló Llamazares de uno de los mil detalles que podían ilustrar aquellos años en un nicho bajo tierra. «Uno de los casi cuatro mil días que estuvo uno de los vecinos regó el huerto y el agua se filtró hasta su nicho, que iba subiendo el nivel como subía el evidente peligro de ahogarse. Entonces Femiano sacó del instinto de supervivencia las fuerzas que no tenía y empujar el tablero que le tapaba...».

El acto de la tarde del viernes en su pueblo, la colocación de una placa en su recuerdo, fue entendido por un emocionado Juan Díez, su sobrino, otros miembros de la familia y muchos vecinos como un paso necesario frente al olvido de una historia, incluso mayor que en otros casos similares. Eufemiano, por ejemplo, pese a la dureza de su testimonio, no aparece recogido en el famoso libro de Manu Leguineche y Jesús Torbado, leonés este último, pues no sabían de su existencia, no conocían su tremenda peripecia vitalLlamazares añadió otra ‘anécdota’ sobre el silencio: «Con el material de aquella entrevista hice un reportaje para Diario 16, después de uno sobre Gorete que había tenido cierta repercusión, pero el de Femiano acabó en un cajón del encargado del suplemento».

Curiosamente ese manto de silencio tuvo otro episodio más local: «Otro reportaje sobre su vida ya estaba escrito para la revista Los Argüellos Leoneses... y desapareció la revista sin que viera la luz la historia de El topo de La Mata».

En la última parte del filandón se abordó otra vertiente del silencio «no roto», el de las mujeres, en el caso de Eufemiano el de Alberta, que muchos silencios escondía en sus recuerdos. Y se habló del importante papel de otras mujeres que tuvieron familiares en el monteescondidos en casapresos

Pero el viernes el protagonista era Eufemiano Díez, el grano de arena que en su pueblo se ponía para acabar con el injusto silencio histórico que le rodeó. A la asistencia numerosa de vecinos de La Mata y otros pueblos, la emoción de los familiares que, al fin, pudieron disfrutar de la otra cara de la memoria les puso voz Juan Díez con un texto que cerraba la tarde en la que «el topo salió a la luz».

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