Trabajos en el Castillo de San Salvador en Sta Colomba de Curueño
Avanzan las tareas de limpieza y estudio arqueológico del castillo de San Salvador. Fotografía del Facebook de Bubby López. Se aprecia la estructura del castillo y en primer término, la cara oeste, la más próxima a la ermita.
En el capítulo 10 del libro "La Mata de Curueño. Orígenes e historia de antier" podemos leer:
10. El castillo
de San Salvador de Curueño
En este capítulo veremos la importancia que tuvo el castillo de San
Salvador para estas tierras y su continuidad con la ermita de Santa Ana.
A partir del
siglo IX el castillo de San Salvador, situado en la loma izquierda del río Curueño, en la
sobarriba de Santa Colomba, fue el centro neurálgico de las tierras que se
extienden desde La Cándana hasta Devesa
de Curueño.
Pero cuando la Reconquista
va avanzando hacia el centro de España, los castillos del norte de León pierden
su valor estratégico y los reyes
adoptaron la política de asignar el control de los territorios a los obispos, a la iglesia y a los nobles.
Los castillos de estas
tierras son más pequeños y se
construyeron varios siglos antes que otros castillos leoneses situados más al
sur, como el castillo de Coyanza, en Valencia de don Juan o el castillo de
Ponferrada.
En los archivos
de la Catedral de León se encuentran varias referencias a como el obispo hereda
del rey el castillo de San Salvador, con
todas sus mandaciones o posesiones:
l El
12 de octubre del 951, el rey Ordoño III de León concede a la iglesia de León y
a su obispo don Gonzalo, el castillo de San Salvador junto al río Curueño, con
sus mandaciones y los hombres que las sirven, aguas arriba del Porma. a lo que
añade “Ferrarias”. Les otorga también el villar de Pedrún, junto al Torío, con
sus habitantes presentes y futuros, los cuales quedan sometidos al mandato de
la sede y al pago de tributos a la misma, si así lo hacían sus padres y abuelos.
l El
13 de octubre del 999, el rey Alfonso V de León y su madre Elvira donan al
obispo Froilán de León, el castillo de
San Salvador de Curueño, con sus mandaciones y la villa de Petrunio (Pedrún),
junto al río Torio y Ferreras de Vegamián.
l El
19 de septiembre de 1.012, después de la muerte del obispo Froilán, hubo guerra
entre cristianos. El alcaide del castillo de San Salvador se inclinó por el
bando de García Gómez, que estaba entre moros, por lo que los partidarios del
rey tomaron el castillo. A los pocos días el rey Alfonso V se reunió con los
suyos en Sahagún y dona de nuevo a la sede de Santa María de León y a su obispo
Nuño el castillo de San Salvador de Curueño, próximo a La Cándana. A esta
donación añadió la posesión de todas las iglesias aún en pie o destruidas, de
la mandación del Curueño y la disciplina de los monjes que las regían, los
cuales debían entregar los tributos a la sede de Santa María, es decir, a la catedral de León.
Como muestra de sumisión se inició en el siglo XI la
costumbre de subir en procesión al castillo, desde todas las iglesias del valle
del Curueño, para celebrar la romería del Salvador, que tenía lugar el día de
la Ascensión.
l El
13 de octubre de 1.132, Alfonso VII dona
a la iglesia de Santa María de Regla de León y a su obispo Arias, el castillo
de Curueño con sus propiedades en remedio de su alma.
En los siglos
XII y XIII es posible que se asentaran
en estas tierras los Templarios y otras órdenes religioso-militares,
como los Caballeros de Santiago, Calatrava y Alcántara, que recibirían el
castillo como sede de sus operaciones de vigilancia y protección de pueblos y
peregrinos del camino de Santiago por estas rutas menores de la antigua calzada
romana. Los cruzados de todas las órdenes, se
acogieron, con gran devoción, a la
protección de Santa Ana, cuya imagen se encontraba en la capilla del castillo.
El castillo fue
fortaleza defensiva, complementado por
torreones de vigilancia que abundaron en la zona, como es patente en
Ambasaguas, La Mata, Pardesivil y La Vecilla. Su emplazamiento le permitía,
según era obligado en la Reconquista, establecer señales de humo con el
castillo de Aviados, que, a su vez, lo hacía con el castillo de Peña Morquera y
éste con el castillo de Montuerto, todo un entramado defensivo y de vigilancia.
El castillo,
como el resto de castillos de la comarca, sufrió distintos avatares, hasta que en
el siglo XIV o XV quedó reducido a ruinas, pero permaneció el recuerdo y la
devoción a la santa alojada en los restos de la capilla del castillo. A pesar
de la desaparición de la fortaleza siguió la costumbre de subir al castillo
para honrar a Santa Ana.
Cara oeste del castillo
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