16 de marzo de 2011

Josefina Aldecoa

Hoy ha fallecido Josefa Rodríguez Álvarez (Josefina Aldecoa) (La Robla, León, 8 de marzo de 1926 - Mazcuerras,  Cantabria, 16 de marzo de 2011), escritora y pedagoga española directora del Colegio Estilo. Era nieta del tío Eustasio de La Mata de Curueño. Descanse en paz.

En el nº 83, primavera de 2004, la revista "La Mata de Curueño, un pueblo que nos une" publicó el árbol genealógico de los ocho hijos de la familia del tio Eustasio:

EUSTASIO ÁLVAREZ FERNÁNDEZ oo GABRIELA GONZÁLEZ GARCÍA
La Mata 29-3-1865; La Robla 9-4-1944         Valdeteja 14-3-1875; Madrid 11-9-1970

1. Benita *4-5-1902;+15-4-1991  oo Fernando Rodríguez
1. Josefina oo Ignacio Aldecoa (+). Susana  e Ignacio
2. Eustasio oo Betty
3. Gabriela oo ? Iván, Fernando e Iñaquí.

2. Florentina (Flora) *León, 27-1-1904;+ León 20-12-1999

3. Enedina  *León 9-5-1907;+La Robla 19-9-1986 oo Ernesto Ramos+

4. Ignacio *9-2-1912;+5-9-1965 oo Francisca Pontones
1. Ofelia oo Alberto Rodríguez. Alberto oo Mª Mar (Carolina), Francisco, Carlos y Carolina.
2. Ignacio oo Luisa. Juan José, Mª Luisa ooJ.José (Kenia)

5. Julia *31-7-1915;+1-1-1991 oo José Montero
1. Julio oo Angelines. Begoña oo Ignacio (Sandra, Alex y Marisa)
2.Catalina (Quetty)
3. Mary
4. Josefina oo Juan Ruíz. Ana, Lucía, Elena, Juan
5. Rosi oo John. Julia e Isabel.

6. Ofelia *22-12-1917;+6-1-2003 oo Juan Antonio Ordás
1. Antonio oo Marina. Elena y Fernando
2. Fernando oo Aurelia. Carmen y Fernando

7. María *22-12-1917.

8. Agustina *15-8-1919  oo Honorino Mielgo
1. Pedro oo Antonia. Pedro y Alberto
2. Honorino oo Raquel. Santiago, Miguel
3. Javier

En Diario de León, el 11 de julio de 2010, Francisco J. Mielgo escribe en Un viaje a la Robla:

...La Casa de las Maestras
Después del arroyo y a la derecha está la última casa de las Ventas de Alcedo. La llaman «la Casa de las Maestras» porque aquí vivieron varias hasta no hace muchos años. Los más ancianos del lugar la llaman «la Casa de Don Eustasio», que fue su primer dueño.
Eustasio procedía de una humilde familia de tejedores de la Mata de Curueño. Durante un tiempo ejerció este oficio en el que destacó. En aquellos pueblos del Curueño tuvo más de un enfrentamiento con los lobos. Estuvo cuatro años en la guerra de Filipinas de donde volvió con heridas y medallas. Muchos años después, ya establecido en esta casa, explicaba a sus hijas con las herramientas de la huerta en la mano, el combate cuerpo a cuerpo contra los insurrectos, las emboscadas en la selva, las guardias en los fuertes. Estuvo otros ocho años en la guerra de Cuba, de allí vino también con varias medallas cuando se repatriaron las últimas tropas.
Fue guardia civil. Trabajó en las oficinas de los Ministerios de Madrid, para lo que fue elegido por su caligrafía. Trabajó en la Robla en la oficina de la Minero Industrial Leonesa, el antecedente de la Hullera Vasco Leonesa. Ayudaba a su mujer, que fue muchos años la maestra de Alcedo, en las tareas de la escuela. Los niños se sentaban en las madreñas porque no había ni bancos. En invierno espalaba la nieve para que pudiera ir a dar clase. De noche daba clases particulares a la luz de un quinqué a los chicos que ya habían dejado la escuela para que pudieran colocarse, y nunca cobró las clases. Tuvo ocho hijos a los que dio estudios. En los años treinta fue juez de paz en la Robla, un cargo difícil en el que tuvo que tratar con comerciantes poco honrados, terratenientes que querían quitar las fincas a los pobres, y toda clase de demagogos que querían aprovecharse de su prestigio. Viajó por todos los continentes. Vivió guerras y naufragios. Y cuando por fin se estableció aquí en 1915 ya tenía cincuenta años. Construyó la casa con sus propias manos y arregló una huerta que todos sus nietos recuerdan como el paraíso terrenal. En ella estuvo trabajando hasta el final con un brazo ya paralizado. Esta fue la primera casa de la Robla que tuvo retrete.
La mayor de sus quince nietos por parte materna es la escritora Josefina Rodríguez de Aldecoa, que nació en esta casa, a la que cita en alguna de sus novelas. Cuando la guerra varias personas de ambos bandos salvaron la vida gracias a esta casa en diferentes circunstancias. También describe en sus novelas la casa de sus abuelos paternos, que eran de Sorribos. En esta casa de Sorribos vivió sus últimos años el sacerdote que hizo la iglesia nueva de la Robla.
En 1939 se trajo la luz eléctrica a las Ventas desde el molino de Puente de Alba. Uno que se dedicaba a recoger chatarra en los lugares donde habían estado los frentes, puso el material, y Don Eustasio puso el dinero. Tiraron una piedra atada a una cuerda desde la otra orilla del río, después tiraron de la cuerda, que estaba atada a un cable, y así cruzaron la línea por encima del río.

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