23 de julio de 2008

Boletín 110

Puntual a su cita trimestral ya está impreso, en su edición de papel, el número 110 de la Revista trimestral "La Mata de Curueño. Un pueblo que nos une" correspondiente al Verano de 2008.
Como siempre el incombustible Miguel Fuertes y un nutrido grupo de colaboradores nos ofrecen los aconteceres del querido pueblín. Así Mª Jesús Álvarez nos relata pormenorizadamente el discurrir de estos meses de primavera de 2008: en abril se vacunaron las vacas y aunque el mes comenzó con la sequía acumulada durante el invierno, las intensas lluvias originaron prados encharcados y el río Curueño con gran caudal; en mayo se celebró san Isidro labrador, con una comida de cuarenta personas en el bar restaurante Las Colineras, se tiraron dos plantíos y siguió lloviendo y con frío y en junio, no se pudo celebrar la procesión del Corpus, por la lluvia, pero si la hoguera de San Juan, junto al bar.
Además nos da cuenta del catastro de Ensenada, de 1752 y de la instalación de una fuente nueva en la plaza de Las Nogales, que se une a las tres existentes en las plazas del Campillín, de Felipe Fernández y de la Rinconada y que mantiene el dicho popular "Si vas a La Mata lleva pan, que agua te la darán", así como el nacimiento de Leo, varias bodas de oro y plata, la primera comunión de Guillermo y que Plácido se va al Perú, a trabajar en el centro de estudios teológicos de Trujillo.
En el apartado de Faenas del campo, Agustín nos comenta sobre la siembra y la escavadera; en Rincones mágicos, Anita nos habla de los pozos de pesca en el río Curueño a su paso por La Mata y Plácido realiza una entrevista a Felipe Muñiz, un matense en Méjico.
Asimismo encontramos el editorial sobre la hacendera ... de jubilados y la última página sobre los concursos populareso, escritos de Miguel Fuertes.

En Internet se puede encontrar la edición electrónica del número 110 del boletín trimestral "La Mata de Curueño. Un pueblo que nos une" cliqueando en el enlace, así como las revistas publicadas en los últimos siete años.

8 de julio de 2008

La Presa grande

Con este nombre se conoce a una de las presas nacidas del caudal de nuestro río Curueño. Presa de tierra -presa "grande" o presa "madre"- que distribuía el agua para regar los campos hasta el último rincón, por medio de una red de acequias y presas "fasceras", así como para mover ruedas de molinos harineros y de linaza. Su origen arranca en el tiempo a mediados del s. XVII y su localización en el puerto de La Cibriana.
La compraventa documentada dice que "los vecinos de Sopeña Juan de Canseco y Cruz Reinoso al Concejo de Pardesivil y a Alonso Rodríguez, regidor de dicho lugar, les venden terreno para que puedan sacar y abrir una presa principal de agua del río caudal...
Esta presa ha de tener ocho pies de ancho (unos 2,25 metros) y la finalidad de la apertura es para regar las tierras labrantías, los prados, los lineros, para moler en molinos harineros y de aceite de linaza. La venta se hace sin estar sujetos los nuevos propietarios a ningún género de fuero, censo o tributo alguno. Por lo que se vende con todos los derechos de entradas y salidas, servidumbres, usos y costumbres". Se recomienda que al abrir la presa, hacerla y limpiarla, no se cause daño a aquellas heredades más de lo justo y necesario para esas tareas.
El precio pactado por esos terrenos fue de nueve ducados de "buena moneda" de vellón cuya cantidad dio y pagó Alonso Rodríguez en nombre de los vecinos y concejo de Pardesivil, a la vez que recibieron la carta de venta y enajenación perpetua de estos terrenos de heredades. El otorgamiento de venta y renuncia a todos derechos por parte de los vendedores "se hace ante el escribano público en el lugar de Otero, concejo de la Encartación de Curueño, el 10 de febrero del año mil seiscientos cincuenta y cuatro años, siendo testigos de ello Juan Fernández y Domingo Fernández, vecinos de dicho lugar, y Domingo Lapies, de Valdepiélago, juez de dicho concejo; los otorgantes Juan de Canseco y Cruz de Reinoso; Juan Arintero fue el escribano público del número y concejo de la Encartación de Curueño, por el señor nuestro Rey, presente al otorgamiento de esta carta de venta juntamente con los testigos y otorgantes".
La apertura de la presa fue fundamental para la agricultura de los términos de Pardesivil y parte de La Mata a partir de la fecha citada, es decir, ya para tres siglos y medio. Con el tiempo se fueron haciendo nuevos regadíos con la realización de presas y de acequias secundarias llegando a regarse una superficie considerable de tierras de La Mata. A su vez, se va intensificando y ampliando la clase de plantas cultivables, el ritmo y el sistema de producción agrícola.
Se conoce también a esta presa con el nombre de "la presa de los molinos", ya que también fue esta finalidad su apertura. De algunos de los molinos que existieron se tienen referencias documentales y de vecinos, y de otros a través de topónimos que se conservan en los términos vecinales de ambos pueblos. Eran molinos pequeños, de una rueda o de dos, excepcionalmente, harineros y de linaza y que molían granos de cereales, semillas de lino, bellotas, etc., colocados tanto en el cauce de la presa grande como en las secundarias. Podían ser de propiedad particular, pero la mayoría pertenecían a grupos de vecinos asociados, cuyos derechos de molienda se reducían a unos días u horas determinadas según el número de participantes. Estos derechos se adquirían por derecho, por compra o por herencia (sistema de turno). En referencias concretas de algunos se dice: "El molino de Antonio Llamera y consortes", entendiendo por estos como los "asociados". En la segunda mitad del s. XIX la utilización de moler un día se estimaba en dos reales.
En el término de La Mata se habla de los molinos "de Arriba", "del Medio", "de Abajo", "de la presa del Caballo", "del de junto a la Iglesia" y, quizá, hubiera más cuya "pista" se ha perdido; puede ser que alguna de estas denominaciones correspondan al mismo. Con el perfeccionamiento de los mecanismos de los molinos su uso se amplió a la serrería y a la producción de energía eléctrica, como la conocida "fábrica de la luz de La Mata", de la familia de Plácido Fernández, ahora casa de Donato Panera, situada en el camino de El Soto.
En La Mata, la continuidad de esta Presa son las denominadas de Las Secadas, que discurre en línea con la carretera y sirve para regar las eras y huertas próximas, y la de El Caballo que atraviesa el Vago, las cuales permanecen junto a las nuevas acequias, realizadas hace años para la concentración parcelaria. Además, en los términos de La Mata existe una "presa madre", como es la que se inicia en El Soto, sigue por Sopresa, La Cañada y el Prado de la Iglesia para finalizar por el Sotillo. Más moderna es la llamada “Presa nueva” o “ De las Fuentes” que lleva agua hacia el regadío de Sta. Colomba.
Anastasio Alonso Gutiérrez , en "La Mata de Curueño, un pueblo que nos une", nº 88, navidad 2002