10 de marzo de 2025
8 de marzo de 2025
Las abuelinas de La Mata. Día de la Mujer
En el Día Internacional de la Mujer, que conmemora cada 8 de marzo la lucha de las mujeres por su participación en la sociedad y su desarrollo íntegro como persona en pie de igualdad con el hombre, recuperamos el artículo que escribió Mª Ángeles Fernández López, sobre las mujeres que vivían en la Mata de Curueño en la primera mitad del siglo XX. Va por ellas y por todas.
Libro: La Mata de Curueño. El ayer del siglo XX. pág. 276 y siguientes.
Las abuelinas que yo conocí. Mª Ángeles
Fernández López
Mi
hermano Adolfo, que en gloria esté, recordaba a las personas mayores que había
conocido y tratado. Como la mayoría de los citados eran hombres, deseo
completar su evocación haciendo mención de las mujeres que yo conocí en los
años treinta, indicando un breve recuerdo de cada una.
Casa
a casa, comienzo por los Cantarales, donde yo vivía en la casa familiar, y
después sigo por la Plazuela.
La tía Nicolasa, a la que abandonó su marido,
pero que cuidó muy bien a sus hijos, Amable que era sastre y Felisa que le
ayudaba y era muy alegre.
La
tía Gilda, tercera esposa del tío Cayetano, muy trabajadora y casi siempre
lavando en el reguero.
La
tía Rosa, que vivía sola en una casina entre las del tío Sergio y el tío
Cayetano, de carácter muy agradable.
La
tía Dionisia, esposa del tío Sergio, que hacía de curandera y a la que todos
pedíamos ayuda; a mí me quitó una vez el daño con una cataplasma.
La
tía Delfina, esposa del tío Ramiro, que estrenaron casa nueva al lado de la
presa, y pasaron muchas calamidades durante la dichosa guerra civil.
La
tía Emilia, esposa del tío Pedro, a la que no conocí pues murió joven y fue muy
amiga de mi madre, que tenía la casa relimpia y muy organizada.
La
tía Encarnación, hija del tío Manuel y casada con Santos que se fueron pronto a
vivir a León.
La
tía Felisa, esposa de Antonio el alcalde, que era muy buena mujer y tuvo la
desgracia de un accidente al construir la casa.
La
tía Filomena, esposa del tío Felipe, que vivían en una casa grande, con un
amplio corral donde había pozos de agua, peces y un palomar.
La
tía Cándida y la tía Ceferina, aquella esposa de Lisardo y esta soltera, iban las primeras a Misa y al Rosario.
Agustina,
el ama del párroco D. Teodoro, que nos contaba muchas historias a los chicos.
La
tía María, esposa del tío Lázaro, preparaba brasas para el incensario y cuanto
hiciera falta para la iglesia.
Teresa,
que vivía con su hermano Tarsicio, que era muy importante para todo lo de la
iglesia.
La
tía Marciana, esposa del tío Pablo, con un carácter no muy bueno y luego la
casina se les cayó.
En
el Barrio Abajo, donde el Campillín y la Plaza las Nogales vivían:
La
tía Martina, esposa del tío Álvaro, que no le gustaba la petición de los
sábados.
La
tía Luzdivina, esposa de Amalio, que estrenaron una casa hermosa y ayudaba
mucho en el trabajo.
La
tía Cándida, esposa del tío Félix, muy trabajadores los dos siempre.
La
tía Emilia, esposa del tío Claudio, viuda ya y que trabajaba para todo el mundo
en el centeno.
La
tía Carmen, esposa del tío Mauro, ya enferma tomaba el sol en el corredor.
La
tía Eulalia, esposa del tío Mariano, mujer muy buena donde las haya.
La
tía Natividad, esposa de D. Ángel que era el maestro, siempre atendiendo a su
marido.
La
tía Modesta, segunda esposa del tío Arsenio, mujer de su casa y del campo donde
trabajaba mucho.
La
tía María, esposa del tío Esteban, madre de Fernando, siempre pendiente de los
hijos y el marido.
La
tía Magdalena esposa del tío Benigno, madre de D. Rogelio, también ayudaba mucho
con los trabajos del campo.
La
tía Josefa, segunda esposa del tío Rogelio, que salía muy poco de casa.
La
tía Sinda, esposa del tío Tomás, ayudaba cuanto podía a la gente.
La
tía Melanea, esposa de D. Pepe, maestro en Pardesivil, que era muy buena
persona.
La
tía Victoria, esposa del tío Faustino, siempre muy atareada preparando las
cosas que se tomaban en el bar que tenían.
La
tía Avelina, esposa del tío Joaquín, muy buena conversadora y preocupada por
sus hijos que se le iban todos para Asturias a trabajar.
La
tía Asunción, esposa del tío Antón, muy ocupada siempre en la cantina que
tenían, ya que él andaba con el carro por los pueblos.
Ya
en la calle Real, que une a los dos Barrios:
La
tía Doradía, segunda esposa de mi abuelo Felipe, que recuerdo las meriendas que
nos daba.
La
tía Honorina, esposa del tío Manuel, muy trabajadora que vivió hasta los 100
años.
La
tía Aurelia, esposa del tío Valerio, mujer muy religiosa.
La
tía Tomasa, esposa del tío Amancio, a la que recuerdo siempre enferma.
La
tía Domitila, esposa del tío Joaquín, que sabía mucho de bolos y le gustaba ver
la partidas.
La
tía Dolores, ya viuda, muy pendiente de sus hijos y cuidando pavos en su casina
de la Rodera.
Mi
tía Mª Antonia, esposa de mi tío Plácido, una santa que no tuvo más salud desde
que se mató su hija Rolindes, de nueve años, a la puerta de casa.
La
tía Consuelo, esposa del tío Anilo, con dos hijos tamborileros, amasaba muy
bien y con desgracias en la familia por la guerra.
Y
mi madre, Elisa, esposa de mi padre Gregorio, cuidando siempre de todo hasta
que encamó por la enfermedad durante muchos años y que lo llevó con mucha
resignación.