Ganadería Maestro, en Santibañez de Porma
La explotación Maestro de Santibáñez del Porma, que vemos en la carretera cuando vamos a León, ha ampliado la estabulación con más animales y con mejoras centradas en el manejo y el confort. El ‘vicio’ por las vacas, "principio" para redimensionar la ganadería. Fuente: La Nueva Crónica
"Empecemos por el principio, somos la segunda generación de ganaderos de la explotación Maestro". Son Máximo y Micio Diez, de Santibáñez de Porma, donde su ganadería lleva casi cuatro décadas produciendo leche de calidad. La primera sala de ordeño se inauguró en 1980 y desde entonces, durante casi cuatro décadas, han capeado las diversas crisis blancas que han azotado el sector. Modernizar la instalaciones, redimensionar la explotación, mejorar la genética, optimizar el manejo, crear empleo... La lista de pruebas para sobrevivir en el sector es extensa y exigente, como bien saben miles de ganaderos que siguen o que lo han tenido que dejar. No hay fórmulas mágicas, pero Maestro, de momento, ha dado con la tecla. Hace cuatro años, para afrontar el fin de las cuotas decidieron dar el salto y ampliar la producción. Ahora cuentan con 310 vacas en ordeño de un total de unos 650 animales. La línea genética es muy similar entre los ejemplares, con mayoría de vacas americanas, aunque también han importado vacas de otros países como Alemania. No obstante, la homogeneidad de la raza tiene algún lunar por el "vicio" de Micio Diez, que no se resiste a dejar pasar los buenos ejemplares. Entre cientos de frisonas el contrapunto lo dan algunas pardas. Con este ganado logran producir entre 12.000 y 13.000 litros, que se destinan íntegramente a una industria láctea leonesa con la que también trabajan desde hace muchos años.
No obstante, si por algo destaca Maestro es por el manejo. En las nuevas naves la vacas se distribuyen en patios de 104 animales estabulados en paralelo con acceso directo de cada lote a la sala de ordeño a través del sistema de cancillas. Los patios cuentan con cubículos de arena en lugar de paja, lo que facilita el trabajo de acondicionamiento, reduce costes porque permite reutilizar parte de la arena de deshecho y da mayor confort al animal, lo que redunda en su bienestar. Para limpiar los excrementos, los patios cuentan con una arrobaderas de cuerdastotalmente informatizadas con un punto de control en la propia nave y la posibilidad de controlarlas desde el teléfono. Este sistema ahorra trabajo, energía, costes y ofrece altos estándares de limpieza. El sistema vela por la seguridad del animal y las palas se detienen al menor contacto con la vaca. "Todo es más simple", resume Máximo Diez, que destaca que el sistema de trabajo "facilita el buen manejo, aunque falte alguien". Estas prácticas se extienden al ordeño. En la sala "americana" solo trabaja una persona en cada turno de ordeño, tratando de evitar el cansancio. La plantilla cuenta con ocho trabajadores, a los que se suman los veterinarios que regularmente prestan servicios a la explotación.
Diez destaca también los controles de calidad que pasa la explotación, con la visita de algunos clientes nacionales e internacionales de la industria láctea a la que vende la leche para comprobar de primera mano el trabajo y el bienestar de los animales, además de las prácticas medioambientales. También se comprueban los rendimientos y la evolución de cada vaca, ya que están referenciadas con medidores de actividad en los collares que permite monitorear su producción en los lectores de la sala de ordeño.
La actividad se completa con la recría de lecheras y el cebo de machos. Las instalaciones de Maestro cuentan con 60 boxes móviles, que permiten cambiar la orientación para el confort del animal, de forma que en verano se orientan al norte y en invierno al sur. El cebadero cuenta también con un comedero automatizado y para los terneros se utiliza una unidad móvil –‘taximilk’– que facilita el transporte de la leche o el sustituto alimenticio y permite dar la cantidad exacta marcada para animal.
Con todo ello la explotación Maestro ha ganado competitividad, sin dejar de mirar al futuro. Máximo Diez asegura que en los tiempos actuales es obligado continuar con la modernización de las instalaciones, siempre con el bienestar animal como guía. Sin esperar al futuro, Micio y Máximo Díez han adaptado la ganadería familiar tradicional del Condado a los tiempos de la automatización y la productividad. Lo han hecho empezando por el principio, "la pasión por las vacas".
Diez destaca también los controles de calidad que pasa la explotación, con la visita de algunos clientes nacionales e internacionales de la industria láctea a la que vende la leche para comprobar de primera mano el trabajo y el bienestar de los animales, además de las prácticas medioambientales. También se comprueban los rendimientos y la evolución de cada vaca, ya que están referenciadas con medidores de actividad en los collares que permite monitorear su producción en los lectores de la sala de ordeño.
La actividad se completa con la recría de lecheras y el cebo de machos. Las instalaciones de Maestro cuentan con 60 boxes móviles, que permiten cambiar la orientación para el confort del animal, de forma que en verano se orientan al norte y en invierno al sur. El cebadero cuenta también con un comedero automatizado y para los terneros se utiliza una unidad móvil –‘taximilk’– que facilita el transporte de la leche o el sustituto alimenticio y permite dar la cantidad exacta marcada para animal.
Con todo ello la explotación Maestro ha ganado competitividad, sin dejar de mirar al futuro. Máximo Diez asegura que en los tiempos actuales es obligado continuar con la modernización de las instalaciones, siempre con el bienestar animal como guía. Sin esperar al futuro, Micio y Máximo Díez han adaptado la ganadería familiar tradicional del Condado a los tiempos de la automatización y la productividad. Lo han hecho empezando por el principio, "la pasión por las vacas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario