El Corpus en La Mata
En La Mata de Curueño se continúa festejando el Corpus Christi. Antiguamente, como se recoge en el libro "La Mata de Curueño. El ayer del siglo XX" se celebraba por todo lo alto:
El
día del Corpus Christi tenía una importancia extraordinaria en La Mata, se
celebraba por todo lo alto a los sesenta días del Domingo de Pascua. Solía
hacer buen tiempo. El ganado se llevaba a pacer pronto, al ser de día. Los
vecinos barrían las calles, ponían ramas de chopos por las orillas y cuando
volvían los ganados, antes de misa, los pastores venían cargados con flores,
carrizos, tomillo y más plantas que se extendían por las calles. En las
ventanas y balcones por donde pasaba la procesión se colocaban colchas bonitas y
ramas de chopo para engalanar. Se hacían cinco altares por todo el pueblo, uno
estaba situado delante de la casa de la tía Delfina, en el Barrio Arriba, era
un altar amarillo; otros estaban en las casas de la tía Elisa, en Los
Cantarales; de la tía Nores, en la calle
Real; de la tía Melánea, en la plaza Las Nogales y en casa de Chon, en El
Campillín; constaban de una mesa cubierta con un paño bueno.
Como
era jueves y fiesta, la procesión se hacía después de la misa solemne y el
recorrido por el pueblo era similar al que se hace ahora en la fiesta de San
Martín. Bajo palio de seis varas, portadas siempre por hombres y cubierto por
telas bordadas, iba el sacerdote que llevaba la Custodia del Santísimo
Sacramento. Abriendo la procesión solía ir el pendón de La Mata, seguido de la
cruz procesional, siempre alzada, portada por el mayordomo, los faroles y algún
estandarte. La gente llevaba en un cestillo flores y pétalos que se tiraban al
paso del Santísimo. Salían los niños que habían recibido su primera comunión y
la procesión iba parando donde había altares. El señor cura depositaba la
Custodia sobre el altar, se arrodillaba y
se rezaba "el Pange lingua o Tantum ergo" y otros cánticos.
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