Don Goyo
Esta semana ha fallecido en León don Goyo, el veterinario que durante tantos años recorrió la ríbera del Curueño. Descanse en paz.
En la web de Vegas del Condado Gregorio Boixo recuerda sus años de veterinario:
Estos 34 años, desde el día 1 de febrero de 1.955 al 1 de octubre de 1.989,
fue precisamente el tiempo en que yo estuve dedicado al ejercicio de mi
profesión de veterinario como especialista en reproducción e inseminación
artificial ganadera en los pueblos correspondientes a los ayuntamientos de Vegas
del Condado, Santa Colomba de Curueño y parte de los de Valdefresno. A partir de
1.964 también atendí a todos los de La Vecilla, Boñar, Vegaquemada y la mayoría
de los de La Ercina. A todos ellos les visitaba diariamente si necesitaban mi
servicio, excepto los domingos y fiestas grandes.
Aquellos eran tiempos muy diferentes a los actuales; pueblos llenos de gente,
de niños, de vacas, de tierra y barro en los caminos y en las calles; sin coches
ni tractores en los pueblos, pero con mucha ilusión por prosperar y mejorar las
funciones del campo y de la ganadería vacuna, únicas fuentes de ingresos en las
familias, pues aún no había llegado la jubilación para los autónomos del campo.
Y en esta situación fue cuando yo comencé a ejercer también mi profesión con
toda mi ilusión de veterinario joven, especialista en reproducción animal, a
pesar de saber que los principios serían difíciles por querer introducir un
sistema tan novedoso en el campo de la reproducción, pero con el convencimiento
de que con mi trabajo y conocimientos contribuiría a la mejora de la raza vacuna
de la comarca y a dar justificación a mi profesión como veterinario.
No me equivoqué. De verdad que los principios fueron muy difíciles. Los dos
primeros años fueron casi exclusivamente como una clínica de venéreas por el
número de hembras afectadas de infecciones causantes de esterilidades a causa de
la tricomoniasis, brucelosis, tuberculosis y demás afecciones del área genital,
tan endémicas en aquel momento. También sufrí la desafección de varias personas,
la incomprensión razonable de la mayoría y la hostilidad de los paradistas y de
quienes con ellos estaban interesados en que nada cambiara aquel sistema
ancestral de reproducción. A todo esto se sumaba la dificultad de la locomoción
por la carencia de vehículos adecuados y sobre todo de caminos y calles
transitables; ni había tampoco teléfonos de ninguna clase para intercomunicarse.
Además fui el primero en la provincia que iniciaba esta actividad en el campo
pues hasta entonces ésta estaba restringida sólo a la Estación Pecuaria de León,
(hoy Centro de Selección y Reproducción Animal, , en Villaquilambre),
situada entonces en la Granja del Ejido, donde estaban los sementales de raza
pardo y frisones donadores de semen, y de la que yo dependía para el suministro
de semen de vacuno refrigerado durante tres días a la semana; lunes, miércoles y
viernes, único semen que se empleaba en aquel momento en España. El semen
congelado a 196 grados bajo cero en nitrógeno líquido empezó a emplearse en León
a finales de los años 60, y entonces y hoy, sólo era necesario repostar
existencias de semen de tarde en tarde por su prolongada y casi indefinida
conservación, en contraposición al refrigerado que sólo permanecía fecundante
dos o tres días.
Así que también me tocó empezar a emplear el congelado en el campo, que
durante varios años simultaneaba con el refrigerado para comprobar su eficacia,
cuyos resultados eran similares. En un estudio meticuloso hecho con 3.506 vacas,
pardas y frisonas, el resultado fue: el 65.6% de No Retorno a los 90 días con la
1ª inseminación, el 87.7 con la 2ª y el 96.3 con la 3ª inseminación.
Al fin se nos impuso a todos los circuitos de la Povincia sólo el empleo
generalizado del congelado un mal día de primavera, sin previo aviso ni
preparación adecuada y suficiente del material congelado al tener que aprovechar
todos los eyaculados para atender a todos los Circuitos de Inseminación, lo que
causó graves perjuicios temporales, solventados rápidamente, pero que
ocasionaron gran quebranto a todos los Circuitos, hasta el extremo que algunos
de ellos dejaron de existir por este motivo.
No obstante el semen congelado nos permitió intercambiar con otros centros
nacionales de inseminación artificial material seminal de otros sementales
óptimos y de otras razas para el cruce industrial (charolesa, limusina etc.),
del que carecíamos en León, así como importar del extranjero (Suiza, EE.UU.,
Canadá) semen de toros probados de las razas parda y frisona. Como anécdota
tengo que contar que en los años 70 a un ganadero de Cerezales, Altamira
Fernández, su hermano le trajo de Méjico (y procedentes de Estados Unidos), unas
30 dosis de semen de toros probados de raza Brown Swiss, (pardo americana),
metidas en un termo doméstico con nieve carbónica, que inmediatamente yo las
introduje en mi contenedor de nitrógeno líquido. Me creo que fueron las primeras
dosis de esta raza que se usaron en España, porque su importación fue del todo
irregular e ilegal entonces, aunque hoy son más usadas que el pardo europeo.
Respondieron plenamente a lo que se esperaba de ellas, tanto de poder fecundante
como genético.
En la década de los años 60 la Dirección General de Ganadería importó de
Suiza un buen lote de novillas preñadas pardas y de Canadá otro lote de frisonas
para distribuirlas entre los ganaderos con la condición de devolver una cría
hembra en el transcurso de los tres primeros partos, pero casualmente durante
estos tres primeros partos sólo parieron machos.
Para aquellas fechas yo ya me había especializado en la materia mediante los
cursillos y prácticas correspondientes y con la autorización necesaria de la
Dirección General de Ganadería (Instituto de Biología Animal), para ejercer esta
actividad en la zona del Partido Veterinario de Vegas y de las siguientes
ampliaciones posteriores. Pero aún así había deficiencias razonables de
organización que yo iba solventando en beneficio del sistema y sobre todo de los
ganaderos, como desplazarme diariamente a los pueblos correspondientes y aplicar
la misma tarifa económica que venían ejerciendo los paradistas, cuyo servicio yo
ampliaba en más funciones, garantía y comodidad de los mismos ganaderos. Estas
paradas a monta natural desaparecieron gradualmente a medida que los ganaderos
iban confiando plenamente en el nuevo sistema y en mi experiencia.
En Vegas, en la feria mensual de noviembre del año de 1.958, el Servicio
Provincial de Ganadería (Junta Provincial de Fomento Pecuario) organizó un
concurso (en colaboración con la Hermandad de Labradores y Ganaderos del
Ayuntamiento de Vegas) de animales pardos y frisones obtenidos mediante
inseminación artificial y a ella, como exposición, trajo de la Estación Pecuaria
de León los sementales pardos y frisones, padres de los mismos animales
expuestos; lo que causó una gran expectación y alegría.
Poco tiempo después el mismo Servicio organizó también otro concurso similar
en Boñar al que acudieron ganaderos de esta zona del Condado con sus animales
mejorados mediante la práctica de la Inseminación Artificial Ganadera, de donde
trajeron buenos premios y reconocimientos.
Al mismo tiempo los tratantes de terneros comenzaron a pagar mejor los
terneros nacidos de inseminación por su manifiesta calidad, al igual que las
novillas destinadas a reposición por su estampa y por la mejora de la producción
lechera; pues entonces se estaban estableciendo en toda la provincia circuitos
de recogida leche, pagándola a muy buen precio. Todo esto se sumaba a que ya había desaparecido la desconfianza a esta nueva
práctica de fecundación: las vacas empreñaban una y otra vez, parían
perfectamente sin traer terneros defectuosos como propalaban las malas lenguas y
no abortaban como antes, y traían muy buenos y valiosos terneros; todo lo deseado
por los ganaderos.
Para aquella fecha otros compañeros míos ya habían empezado a ejercer la
misma especialidad y así fue como se fundaron otros 14 circuitos de Inseminación
Artificial en toda la provincia de León. El mío se denominó siempre PORMA-CURUEÑO.
A principios de los años 50 la Junta Provincial de Fomento Pecuario, en
colaboración con las Hermandades de Labradores y Ganaderos de Burón, Lillo,
Boñar, Vegamián etc,> estableció Centros Primarios B de Inseminación Artificial
en cada una de estas localidades con sementales de raza parda (la propiedad y
sostenimiento era de la propia Hermandad), cuya misión era proveer de semen para
aplicarlo refrigerado a las hembras de los ganaderos de las respectivas
Hermandades. Estos Centros desaparecieron 15 años después, absorbidos por los
Circuitos, y el personal que los atendía pasó a formar parte de la Jefatura
Provincial de Ganadería.
Al mismo tiempo en estos mismos Centros Primarios B se inauguró un Servicio
de Control Lechero de las hembras y registradas en un Libro Genealógico
provisional, cuyos datos sirvieron de base para cuando, en los años 70, se
establecieron los Núcleos de Control y el Libro Oficial de cada una de las razas
en España, a cuyo Libro yo aporté un buen número de hembras pardas y frisonas
registradas por mí con documentos fehacientes de generaciones anteriores, con lo
que enseguida tuvieron la Carta Genealógica completa.
Para la creación de los Núcleos de Control fuimos requeridos varios circuitos
de inseminación y con este motivo yo me serví de mi influencia ante mis
ganaderos por lo que creamos cinco Núcleos de Control en el Circuito Porma-Curueño.
A mediados de los años 60 se estableció en España el Servicio de Extensión
Agraria, por lo que entonces se inauguró una Agencia de este Servicio en
Mansilla de las Mulas y otra en Boñar, que aún siguen, con las que yo me
identifiqué plenamente para seguir trabajando conjuntamente dando charlas,
probando nuevos sistemas, cultivos, toda la maquinaria agrícola emergente
entonces: ordeñadoras, tanques, etc.
Desde un principio me vi auxiliado plenamente por la Jefatura Provincial de
Ganadería con su Jefe al frente D. Benigno Rodríguez, por la Estación Pecuaria
de León con su director D. Miguel Cordero del Campillo, por las entonces
nacientes Campañas de Saneamiento Ganadero para eliminar los animales positivos
a la tuberculosis, brucelosis y demás enfermedades del área genital, así como
por el catedrático de Reproducción de la Facultad de Veterinaria D. Miguel Abad
Gabín y hasta por muy buena parte de sus alumnos que les gustaba acompañarme
individualmente para practicar conmigo aquellas enseñanzas, tan magistralmente
impartidas por él.
Pero quizás agradezco más el entusiasmo y confianza demostrados por tantos y
tantos ganaderos que se unieron a mí en aquella obra tan nueva y estimulante en
aquellos momentos tan difíciles para todos, que tuvieron su culminación con la
gran acogida que me dispensaron con su presencia en mi despedida de mi vida
activa en los homenajes de Boñar y Barrio en el año 1.989 o con motivo de la
imposición de la medalla acreditativa de la concesión, por parte del Ministerio
de Agricultura, de la encomienda sencilla de la Orden Civil del Mérito Agrícola,
en el Ayuntamiento de Boñar en el año 1.971, donde asistieron autoridades,
compañeros y muchos ganaderos.
Como agradecimiento a todos aquellos mis ganaderos del Condado, que lo fueron
al menos durante cierto tiempo en el transcurso de mi prolongada actividad, me
permito consignar su nombre en la relación adjunta, que sin duda resultará
incompleta, pero con el deseo de que quede constancia de su existencia en
aquella ocasión única que conmigo compartieron sus esperanzas, ilusiones y
realidades.
León, Septiembre 2.004
Gregorio Boixo González
Gregorio Boixo González
1 comentario:
Es una pena, descanse en paz.
Publicar un comentario