Estuvo enterrado en vida durante diez años (1937-1947). En 2025 la asociación Los Cantarales con la participación de Julio Llamazares, Fulgencio Fernández y tanta gente que quisisteis acompañarnos ha dado un reconocimiento al pobre Femiano, quizás el personaje matense con más proyección en los medios de comunicación, con la inauguración de una placa conmemorativa, un filandón intergeneracional y una exposición de fotografías sobre Femiano.
Juan Díez y Julio Llamazares descubren la placa conmemorativa
Fulgencio Fernández recuerda a Femiano
Julio Llamazares 
Exposición de fotografías "Raíces y memoria"
El escritor Francisco Panera escribió sobre el acto:
UNA HISTORIA DE MIEDO Y PUNDONOR 
Este viernes 8 de agosto se celebró en La Mata de Curueño, un pueblo del norte de León, un acto de homenaje y desagravio a Eufemiano Díez González, más conocido cómo el "Topo de la Mata".
Diría que "Femiano" por lo insólito y terrible de su caso, ha sido uno de los combatientes republicanos más conocidos, que tuvieron que convertirse en "topos" durante y tras la guerra civil.
Su caso ha sido recogido en libros, prensa, incluso en novela y es una muestra de ese miedo terrible que caló en un pueblo derrotado por el fascismo cuando defendía su libertad. Pero también pone de manifiesto el pundonor, como reza la cabecera de este escrito.
Una lucha inquebrantable por vivir, un compromiso y amor irreductible por parte de sus familiares y de la buena gente que se atrevió a ayudarles.
Caído el frente republicano entre León y Asturias en octubre de 1937, Eufemiano terminó regresando desde Oviedo a La Mata, a su pueblo. 
Ante el acoso que sufría ya para salvar la vida, se escondió en la "corte de las ovejas", la cuadra de su casa, dónde custodiado por sus padres y famila, se metió en un escodrijo que practicaron en el suelo.
Atención:
Dos metros de largo, casi uno de ancho y otro de profundo.
Una fosa al fin y al cabo, una sepultura que forrada de tablones iba a acoger a un vivo. Un joven de 25 años que entró en ella en 1937 y salió en 1947.
Diez años diez, diez años allí, en aquella lóbrega y húmeda oscuridad tumbado, cubierto por una pesada tabla que no era capaz de quitarla sin ayuda del exterior.
Sobre aquel grueso tablón, con Eufemiano dentro del foso, esparcían sus padres y hermanos, el forraje, la cama para el ganado con todo lo que conlleva una cuadra de ovejas que transitaban por encima de su habitáculo para disimularlo y que en los habituales registros de la guardia civil, no le encontrasen y lo asesinasen.
No debieron hacerlo nada mal porque sus acosadores nunca le encontraron, pero el precio que tuvieron que pagar sus familiares desde luego que fue bien alto.
A Eufemiano le llevaban la comida a la cuadra por las noches, la familia le movía la losa de madera (que losa tiene una tumba al fin y al cabo) y así por un tiempo podía salir y comer. Después de nuevo al hoyo.
Hubo en el pueblo quienes sospechaban que por alli debia estar y frecuentemente, gracias a la labor delatora de algunos vecinos que eran franquistas avisaban a la guardia civil, para que lo apresasen.
Los uniformados llegaban, registraban casa, cuadra, lo que fuere y no lo localizaban.
Ante las denuncias, seguros de que el huído si no estaba por allí, no andaría lejos, descargaban su frustración contra la familia de Eufemiano propinándoles frecuentes palizas, llevándosea alguno de los miembros a apalearlos fuera del pueblo, dejando la duda y el miedo en los de casa, de si se volverían a ver.
Esa gentuza, la que delataba, la que les torturaba y les daba palizas, nunca consiguió su objetivo.
En 1947, Eufemiano tras alertar por intermediación de terceros que estaba dispuesto a entregarse, lo mismo que hicieron otros huidos, abandonó definitivamente su escondite y se entregó a los guardias.
¿Cómo aguantar más?
Detenido, procesado y finalmente esquivó la muerte, la cual habría sido segura ai en cualquiera de los registros le hubiesen atrapado.
Vivió en su pueblo con graves secuelas físicas debido a las condiciones su encierro hasta 1984.
Nunca se le realizó un homenaje, un acto de reconocimiento hacia él y su dignísima y valiente familia, hasta ayer mismo.
Sus familiares, los conocidos que aún viven, el pueblo de La Mata de Curueño en su mayoría, lleno también de los veraneantes que por aquí nos dejamos caer, así como muchas otras personas de otros lugares, nos reunimos este 8 de agosto como os decía para honrar ese gesto de coraje y bravura que fue su vida. 
Actitudes como la de Eufemiano y su familia que la historia las convierte en heroicas y que dan fé tanto del mal, como del bien que puede hacer el ser humano.
Después de descubrír una placa en su honor se celebró un coloquio muy especial, un "filandón" que dicen los lugareños, en el que intervinieron su sobrino Juan Díez, quien llevó el peso del acto, Fulgencio Fernández "Ful" reconocido y veterano periodistaa de la tierra que en varias ocasiones escribió sobre este caso y el gran escritor Julio Llamazares que reflejó el caso de Eufemiano en dos de sus más famosos libros: El río del olvido y Luna de Lobos.
Este último, por cierto, que terminó siendo llevado al cine.
Pero de esa parte del acto, os hablaré otro día, que bastante larga está quedando esta publicación para lo que es una red social.
Solo decir que me sentí muy honrado de poder participar con familia y amigos en un acto tan digno como necesario aunque llegase más de cuarenta años después de la muerte de Eufemiano Díaz González, ¡el Topo de La Mata!






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