4 de octubre de 2015

Mentir es encender fuego

En pocos días estarán en las librerías, los primeros volúmenes de "Mentir es encender fuego", la última novela del matense Francisco Panera, que se ha inspirado en la llamada leyenda de Jaun Zuria, (El señor Blanco) también conocida como La batalla de Padura, para novelar a un acontecimiento arraigado en el imaginario popular vasco.

Una narración casi coral, donde sus variados personajes e intenciones conforman una mezcolanza de tramas que a pesar de sus diferentes naturalezas, convergerán en una sola.
Crear una novela a la sombra de mitos y leyendas, algunas con aspectos contradictorios con la historia y encontrar el camino para hilvanarlos, ha sido un reto muy gratificante para el autor, tanto como mantener vivo el entorno de su anterior novela “El Sueño de Akala” (Editorial Txertoa) con la que Mentir es encender fuego comparte algunos de los escenarios del relato.

Y es así, que cuenta una antigua leyenda vasca que en los albores de la llamada “reconquista”, los vizcaínos hicieron frente al poder del monarca asturiano infligiéndole una gran derrota y proclamando al que sería el primer Señor de su territorio.
Ninguno de los escasos cronistas de aquella época (siglo IX), vinculados por cierto a la causa supuestamente derrotada, dejó constancia escrita de tal acontecimiento y es así que hasta tres siglos después no aparece mención escrita a tal hecho.

Mentir es encender fuego, arrastrará al lector desde las conspiraciones en la corte Asturiana, a las intrigas que se suceden alrededor de un futuro rey y su hermana en una incipiente Escocia.
Desde los desvaríos asesinos de una mente enferma camuflada en forma de bandido, a la obstinación de una mujer por hacer valer su linaje por encima de todo.
Desde la tormentosa relación de dos muchachas en un extraño triángulo afectivo, al empeño de un pueblo por mantenerse fiel a unos cultos ahora llamados paganos.
Desde las maquinaciones políticas de un joven caballero vizcaíno a la obstinación de un fraile por liberar su tierra de paganos y salvar así sus impías almas.

Y de fondo, convertida en una música que acompañará la lectura del relato, la mentira y el peso de la culpa para sostenerla, pues como dice un personaje en la novela, “Es la mentira tan necesaria para la vida como la verdad, fraguándose con ella un mortero que si se acierta en las proporciones mantendrá cohesionado el mundo”.

Quizá sea cierto, aunque suele perdurar un rastro, similar a los rescoldos apagados de una hoguera, un rastro imposible de borrar en la mente de quién prendió aquella lumbre.

Mentir, es encender fuego.

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